Una emigrante bajo la Torre Eiffel

Nunca me he separado de mi madre, siempre he vivido mi vida a través de ella. En un momento dado un hermano mío me llevó a Cataluña y luego me olvidó allí durante siete años, ofreciéndome así la ocasión de reflexionar sobre la separación involuntaria entre mi madre y nosotros. Siendo menor de edad, y no pudiendo viajar sola, decidí traérmela conmigo (aunque solo fuera escribiendo sobre ella). Todo empezó como un pasatiempo, y a medida que iba llenando las páginas ella cobraba vida delante de mí. Los recuerdos afluían a mi memoria como chorros de agua fría. Recuerdos que yo iba ordenando a través de los años que viví con ella. Llenaba cada noche páginas enteras, y al día siguiente las remodelaba y acariciaba como si fueran sus propias manos. Así viví de nuevo n uestra vida juntas, su presencia era tan real… Fue la magia de la escritura, que hace revivir a tantos personajes, la que me la trajo conmigo de nuevo. Ya nunca más estuve sola, con su compañía crecí y me hice mujer. Este es un homenaje a mi madre, que me dio varias veces la vida.